jueves, 27 de enero de 2011

ohne Gurke bitte

¿Qué es lo peor que te puede pasar gastronomicamente hablando cuando vives fuera? Que algo que odies con todas tus fuerzas sea ingrediente principal en casi todas las comidas del lugar. Y a mi me ha pasado. Odio el Gurke (pepino).

En casa jamás lo como, sólo sirve para hacer mascarillas para la piel. Nada más. Su sabor enmascara todo cuanto ingrediente toque. Dejas de comer una ensalada con lechuga, tomate, o lo que le quieras poner. Sólo sabrá a pepino.

Pero aquí es un ingrediente muy común y te lo encuentras en todo. Bocadillos, kebabs, ensaladas... En toda la comida típica estudiantil, salvo, creo, que en las pizzas. Y menos mal. Al principio sólo me lamentaba a mis compañeros, retiraba el que podía, pero procuraba comérmelo todo como mi madre me enseñó bien.

Hasta que me he hartado y he descubierto tres palabras mágicas "ohne Gurke, bitte" (sin pepino, por favor). Que tampoco era tan difícil pensaréis. No, claro que no. Pero una se cansa de estar alerta de que el malvado pepino aparezca a entoxicar toda cuanta comida pidas en un restaurante. Y nunca sabes por dónde va a atacar. Como en España se podría decir que es un espacio libre de pepinos... O al menos no es tan común. Aquí lo invade todo.

Podría haberme ganado muchas bromas a costa de esto, pero me he librado. Así que me despido reiterándome: Odio el pepino.

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