martes, 15 de febrero de 2011

El misterio de la sacarina

Hará unas dos o tres semanas me desapareció la sacarina (líquida) en mi cuarto. No sería de vital importancia si no fuera de esas persona que consumen una media de 3-4 tés al día, más los cafés instantáneos a los que me he acostumbrado aquí. También sería normal si no fuera porque mi cuarto debe hacer unos 18 m2, siendo generosa. Y más si sólo la movía de la mesa del escritorio a la estantería dónde guardo la comida. Pero desapareció de un día para otro. Y yo me quedé sin tomar mi té de las buenas noches. En plena época de exámenes. Un drama.

El caso es que a la mañana siguiente, cuando fui a abrir la tapa del portátil, dentro de éste se encontraba un pelo de negro*: negro, corto y extremadamente rizado. Podría entender encontrármelo encima de la mesa, porque al compartir ducha con mis compañeros de piso, se podría haber enganchado en la toalla o batín. ¿Pero en el portátil con la tapa bajada?

Entonces yo que tengo mucho tiempo libre para pensar tonterías junté esos dos hechos y pensé: "El negro me ha robado la sacarina". ¿Por qué? Yo que sé, pregúntale a él.

Claro, no era sólo por la sacarina, si no que el hecho de que entraran en mi cuarto me estaba volviendo loca. ¿Qué hacer? ¡¿Qué hacer?!

Con suerte, esta última semana estuve muy distraída con otras cosas y se me fue de la cabeza. Y entonces ayer noché... Encontré la maldita sacarina. Justo delante de mis narices todo ese tiempo: en un cajón de estos de tela del ikea donde pongo los bolis, horquillas, y lo que me voy encontrando. Y sí, la sacarina también. Dos semanas buscándola, y eso que sobresalía del cajón.

Así que la moraleja es: se me va mucho la olla en épocas de estrés.

*Sé que queda feo llamarle negro por aquí, negro por allá, pero es una manera de referirme a él, sin ninguna mala intención. Si fuera rubio, lo llamará "el rubio", y aquí no pasaría nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario