jueves, 3 de marzo de 2011

Aún me estoy reponiendo de este matador viaje. Seis días fuera de casa. Largas caminatas. Maravillosos museos. Gran compañía. Muchas compras. Muchos recuerdos. Por partes:

El viaje empezó mal. Aún no sabemos cómo, pero no pudimos coger el bus que nos llevaría directos desde Aachen a Bruselas. No sabemos si es que nos equivocamos de sitio, que el bus no vino, pero tuvimos que irnos a la estación a coger un tren. Por ahorrarnos cinco euros y hacerlo "más auténtico" cambiamos un ICE (el AVE alemán) por un regional sacado de las pelis del Oeste. En realidad fue un gran comienzo.



El primer día en Bruselas paseamos y paseamos. Grand Place, Manneken Pis y todo lo que incluye el pack turístico. Que por cierto, había tantos españoles que parecía que los belgas eran los turistas. Y a las ocho a dormir del reventón. Al día siguiente, una breve visita al Museo del Comic que es mucho más recomendable por el edificio, una antigua fábrica novecentista, que por lo ahí expuesto. Eso sí, me compré mi llavero con el cohete de Tintin, que por si alguien no lo sabía, es belga.

Y llegó la gran noche. En el Delirium Cafe. Ya conocíamos la Delirium Tremens, y es una de mis cervezas favoritas, así que el lugar de marcha estaba fijado. Y no nos defraudó. Al contrario nos sedujo de tal manera que pasamos ahí más de 4 horas, bebiendo y charlando, conociendo más Erasmus. Lo bueno de la Delirium es que tiene más grados que una cerveza normal (8'5º contra los 3º- 4º) y la cogorza fue impresionante. Grandes frases quedarán a la posteridad como "¡Melenas! Ven.", el robatorio de la acera de Bruselas o la reorganización de las señales de la capital europea.




Claro, la resaca del día siguiente fue del mismo modo, impresionante y el Atonium lo vimos... De aquella manera... Encima calculamos mal el tiempo y por poco perdemos el bus que nos llevaría a Amsterdam. Como ahí pasábamos más tiempo, nos quedamos haciendo la noche en el hostal reposando para darlo todo al día siguiente.

Estoy muy contenta con todo lo que hicimos en Amsterdam, porque CLARO que fumamos, pero es que vimos muchos museos y mucho pateo de la ciudad. Ir a esa gran ciudad y sólo quedarse en el tema de los porros me parece insultarla, ya que me parece una de las ciudades más bonitas del mundo. Además de la vida que tiene con sus bicicletas.

Museos que destaco:
Museo y casa de Rembrandt, por la suerte que tuvimos de toparnos con una demostración de como hacía los grabados a manos de un hombre muy atractivo. Sí, lo siento, pero ese hombre era un aliciente para escuchar más atentamente. Además de que el hecho de que esté ubicado en la misma casa de Rembrandt lo hace mucho más interesante.

Museo de van Gogh, por descubrirme mi cuadro favorito del pelirrojo "Almendro en flor". Porque aparte de tener grandes cuadros del artista, está dividido por épocas y puedes ver su trayectoria. Autores predecesores, contemporáneos y sucesores. Volvimos a tener suerte, y pudimos ver una exposición de Picasso, de sus años en Paris. Recomendadísima.

FOAM, y la exposición de Eugene Smith. Impresionante la serie de "Spanish Village" y la conocidísima fotografía de los tres guardia civiles.

Las tardes nos relajábamos en los coffee shops. Yo nunca antes había fumado más que una calada una vez, así que miedo me daba que me sentara mal. Pero no fue así. La primera vez mi amiga del pelo lila confundió "panorámico" con "paranoico" y al intentar corregirle se me trababa la lengua que fui incapaz de decir nada más que "par... par...". Y esa risa tonta que se te pone y no se te quita... Fue muy divertido. Aunque para el colocón tonto, el del "space cake"... Aviso, si os dicen que lo comáis poco a poco, comerlo poco a poco en tiempo, no como nosotras que nos lo comimos poco a poco pero todo seguido... Qué paranoias...

Para rematar los días triunfales, encontré mi tienda favorita, Monki y me gasté lo que no está escrito, pero me da igual.

Y así llegamos al tren que nos llevó de vuelta a Aachen. Aquí una imagen vale más que mil palabras.


Ya estamos pensando en volver.

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